viernes, 24 de agosto de 2012

Crónica de una lacrimógena anunciada.

Hoy había marcha y yo, por cierto, no tenía idea. 
Como casi no veo tele nacional – salvo Soltera Otra Vez – no me enteré. 
Hoy tenía un curso toda la tarde, en Provi, y me traje el almuerzo desde la casa para quedarme en la oficina y, entonces, llegó la hora de almorzar. 
Saqué mis potecitos con comida y ensalada y me doy cuenta de que no traje limón para aliñarla. 
Hay que salir a comprar, no me gustan mucho las verduras, salvo que les ponga MUCHO limón contrarrestada con SAL; sí, soy mañosa. 

Salí con la Vero, por que teníamos que sacar billullo del cajero para pagar los taxis de la tarde y nos dirigimos hacia la esquina de Serrano con la Alameda, ya que, ahí también se pone un verdulero… pero no solo NO estaba, si no que había en su lugar un piquete de Carabineros y otro grupo de chicos webeando, por que eso estaban haciendo, webeando… no eran los de la marcha… ésta o ya había pasado o aún no llegaba… el asunto es que en ese momento, eran un grupo desorganizado y disperso de niños… No pasaba nada más.
Chuchadas iban, chuchadas venían… provocaciones venían y los Carabineros, aguantando estoicos por ahora… yo ya los veía, era como “hey!!! Lero lero, no me pueden hacer nada… lero lero”…capaz que yo hubiera “reprimido” antes de puro picada… 

Salimos de ahí y volvimos a la pega para salir por otra calle, la nunca bien ponderada Arturo Prat, justo al frente del “glorioso” Instituto Nacional y la casa central de la “idem” Universidad de Chile. 
Crasso error. 
El ambiente ahí sí que hervía, de hecho, tuvimos que correr de vuelta por que había aparecido un guanaco a lanzar agua, pero nos salvamos… 
Volvimos al punto de partida y con la Vero nos separamos, ella fue por comida china hacia la Alameda y yo, por el bendito (BEN-DI-TO) limón a una verdulería que estaba por Alonso de Ovalle, caminando, como a una cuadra y media de mi templo laboral. 
Igual me apuré, para no toparme con la trifulca en caso de que hubiera. 
Llegué, pagué $30 y salí con mi limón… 

Volvía hacia Serrano, cuando sentí un ruido metálico rebotando el pavimento. 
Y veo, como a 15 metros, una nube loca avanzando hacia mí… 
El rebote sonaba, como si se hubiera caído un desodorante ambiental con el botón apretado y soltando su líquido a presión… 
Y la vi… una cosa ploma que venía rebotando y se detuvo a un paso de mí… 
En cuestión de segundos, ya no vi nada más que una nube ploma y oscura… 
Empujones y gritos de la turba que venía corriendo en sentido contrario… 
Yo comencé a devolverme hacia la verdulería, corriendo también, aunque no veía nada…
De pura suerte no me atropellaron por que corrí con todos hacia cualquier parte y luego de un rato descubrí que había cruzado la calle… 
Me intenté cubrir la boca, pero era tarde… vi cómo el verdulero cerró su cortina y no alcancé a entrar, aunque dudo que me lo hubiera permitido, en todo caso… 
Se abrieron unos grifos en mi lagrimales y lloré… lloré… y lloré, involuntariamente lloré.
 Continué por Alonso de Ovalle hacia San Francisco guiándome por las paredes por que no veía NA-DA, apenas podía abrir los ojos por que se me cerraban solos… nunca… JAMÁS había intentado hacer fuerza para abrir los párpados y era desesperante, tenían vida propia, se abrían y cerraban contra mi voluntad… 

Luego, empíricamente comprobé que no debí correr… con la agitación se me generó otra lucha con mi propio cuerpo: respirar…
Tenía el mismo conflicto con mis vías respiratorias… mientras mis pulmones urgían desesperadamente por aire… mi nariz se tapaba para no dejarlo entrar… mi boca se abría para tragar aire… y mi garganta lo vomitaba… la descoordinación era fulminante… aquí fue cuando empecé a sentir miedo… el ejercicio vital de la respiración se me hacía doloroso e imposible...

Mientras intentaba seguir caminando, con cada vez menos energía, iba empujando todo lo que alcanzaba a ver y parecía una puerta, pero ni una se abría… 
Chicos, corriendo a mi lado y empujándome salvando el propio pellejo, pero bien aperados de sus máscaras o capuchas… totalmente entrenados en estas lides… 

Yo nunca, nunca participé en ninguna manifestación, como buena hija de la dictadura le tenía miedo a todas esas actividades y las evitaba en forma permanente, nunca supe lo que era correr arrancando de los Carabineros y el olor a lacrimógena que quedaba flotando después de las marchas, era lo máximo en malestar para mí… Nunca me he ido presa, mis máximos acercamientos a infringir leyes han sido mis dos partes por mal estacionamiento o la vuelta en U que terminó en un choque sin consecuencias graves… y aunque sí he ido en contra de lo que me parece injusto y me he manifestado en consecuencia, nunca lo he hecho a estos niveles… 

Seguí avanzando, arrastrando los pies y con el limón en la mano, pensé varias veces en morderlo pero no podía ni mover los brazos… o caminaba… o gastaba la poca energía que me quedaba en detenerme a comer… mis extremidades no me respondían… 
El ardor en mi garganta cada vez era peor y seguía bajando hacia mi pecho… era intolerable… absolutamente angustiante… 
La cara también me empezó a arder, luego me enteré que era producto de mi sudor… como este químico se activa frente a la humedad… reaccionó… peor, cuando me restregaba la cara con las manos… 
Entonces, cuando yo no podía dar ni un paso más, me afirmé en una puerta en un edificio e hice señas para que me dejaran entrar, con ni una fe, pero la abrieron y pude entrar… entré pidiendo agua (ahora todos me dicen NOOOO pero COOOOOMO… AGUA NOOOOO, pero yo… no sabía) el conserje, amabilísimo, me dio un vaso con agua que me tragué como si no hubiera mañana y además, partió mi limón y me dijo que me lo comiera… nunca había encontrado tan rico un limón… y así, empecé a sentirme menos mal. 
Podía mantener los ojos abiertos, de hecho, una señora en el edificio me pasó un espejo y lo que vi fue terrorífico… mis párpados completamente inflados, mis córneas rosadas con algunas partes inyectadas en sangre… mis labios rojísimos e hinchados… la piel de mi cara manchada… 
Luego, parapetada en el edificio, me empecé a asustar cuando el conserje comenzó a preocuparse ante un posible saqueo… los chicos pasaban golpeando los ventanales pero no hacían nada más… en todo caso, yo ya me imaginaba de nuevo arrancando antes de que me asaltaran… por sia, ya había ubicado los ascensores para escapar hacia arriba no más… 
Cuando conseguí salir del edificio, volví a la oficina y partimos al curso que tenía en la tarde… ahí no hablé en varias horas y me sentía cada vez más relajada, por que mientras pasaba todo lo que he contado, sentí miedo varias veces… realmente sentí que me iba a morir ahogada… 
Y después, de vuelta a casa, cuando comencé a hablar… sentí un dolor agudísimo en la garganta… y aún lo siento… a 6 horas, más o menos, de haber tenido mi encuentro cercano con una bomba lacrimógena, todavía siento ardor en mi piel y ojos, dolor en la garganta al tragar, pecho y espalda al respirar… 

Luego de eso, reflexioné un poco y es evidente que los reclamos para prohibir el uso de estas armas químicas son fundados… 
La gente a las que uno le cuenta esto y no lo ha sentido, no te cree… 
Pero es terrible… si no han tenido nunca una crisis de pánico… lo que se siente la primera vez que te ataca una lacrimógena, se le acerca mucho… 
No quiero ni imaginar qué pasaría si esto le pasa a un niñito chico como mi Cristóbal… o un bebé… que no puede hacer el ejercicio de controlar la respiración a conciencia, como intentaba hacerlo yo… 

Es terrible… 

No se lo doy a nadie… ni siquiera a los encapuchados… 
Hay que prohibir su uso, prefiero que los manifestantes se agarren una neumonia por quedarse con la ropa mojada que ahogarse de esta manera… 
Menos aun, pensando que finalmente el radio de acción del gas es aleatorio y le llega a cualquiera… pagan justos por pecadores… si es que hay pecadores en toda esta historia…

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